Si en la foto de arriba aciertas a divisar a un perro de blanco pelo algodonado deslizándose grácilmente por el cielo y soplando juguetonamente a las nubes, creo que has llegado al blog adecuado.

El poeta francés Paul Eluard dijo que hay otros mundos pero que están en éste. Yo también creo que en mi propio mundo hay muchos otros mundos. Desde las ventanas abiertas a mi imaginación veo entrelazarse entre sí a los mundos de mi mundo y, a su vez, unirse en frágil e imperfecta armonía con esos otros mundos que en el mundo son.

BLOGS DE JOAQUÍN JOSÉ FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Lars Von Trier desencuadrado



LARS VON TRIER DESENCUADRADO


Leo en el nº 47 de Cahiers du Cinema un artículo de Adrian Martin, Profesor del Departamento de Estudios de Cine y Televisión de Monash University en Melbourne y coeditor de la revista cinematográfica online ‘Rouge’. Sorprenden sobremanera a Martin las opiniones que sobre el concepto del “encuadre” en el cine realiza el director danés Lars Von Trier en una entrevista incluida como extra en el DVD de su película de 2006 “El jefe de todo esto” y que Martin glosa de esta manera: “El dogmático danés (…) dice que se ha ido dando cuenta con el tiempo, hasta convencerse del todo, de que el concepto de “encuadre” no tiene ninguna lógica, ningún sentido (…) Von Trier no solo estaba diciendo que encuadrar planos le aburre, que es algo anticuado, o que le roba demasiado tiempo. Más bien, deja claro que encuentra el propio concepto del encuadre en el cine no solo ilógico sino también opresivo: la última constricción contra la que hay que luchar”. En el mismo número de Cahiers podemos leer a Carlos F. Heredero, su director, escribir sobre “la vitalidad creativa que destila esa ‘pequeña gran pantalla’ en la que se ha convertido la cantera de la ficción televisiva norteamericana”. Precisamente, en estos días ando inmerso en el visionado de una de las series a las que se refiere Heredero con su comentario, ‘Mad Men’. Me pregunto lo que dirían los responsables de la misma si se les plantea la cuestión de que los planos milimétricamente encuadrados de “El apartamento” de Billy Wilder, encuadrador de encuadradores –las infinitas filas de mesas de oficina en gran angular, los pictóricos primeros planos del ascensor que maneja Shirley MacLaine, la poética penosa imagen de Jack Lemon soportando el frío invernal en la calle y mirando hacia la ventana encendida de su propio apartamento mientras otros lo disfrutan, etc- son anticuados, ilógicos, carecen de sentido, oprimen, constriñen. Las carcajadas deben de resonar todavía por Madison Avenue. Estimado Lars: encuadrar o no encuadrar; no es éste el principal problema que, en mi modesta opinión, debe de resolver el séptimo arte en estos momentos, más bien filmar o no contenidos de verdadera calidad artística y cinematográfica que, posteriormente y a gusto del director, puedan enmarcarse o presentarse en bruto.

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