Serenidad prosaica del naranjo al ras, entreverada por el lírico
escorzo de la palmera en las alturas. Luminarias del caminante meridional.
Deriva del transeúnte de intramuros. Elevación diáfana de la mirada. Superación y trascendencia de la visión
urbana. Afán del tacto mesetario aún sobre las mejillas. Tesón del que itinera
sin premeditación por la hora primera.
[Poema en prosa inspirado por una fotografía
tomada durante mi paseo por los Jardines de Murillo de Sevilla, en la gélida
mañana del 29 de diciembre de 2014]
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