Si en la foto de arriba aciertas a divisar a un perro de blanco pelo algodonado deslizándose grácilmente por el cielo y soplando juguetonamente a las nubes, creo que has llegado al blog adecuado.

El poeta francés Paul Eluard dijo que hay otros mundos pero que están en éste. Yo también creo que en mi propio mundo hay muchos otros mundos. Desde las ventanas abiertas a mi imaginación veo entrelazarse entre sí a los mundos de mi mundo y, a su vez, unirse en frágil e imperfecta armonía con esos otros mundos que en el mundo son.

BLOGS DE JOAQUÍN JOSÉ FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ

martes, 26 de marzo de 2013

Tú mirarás por la noche las estrellas: De la fugacidad y la inmovilidad

                                       [Mac -interpretado por Peter Riegert- contempla
                                       la estrellada noche escocesa en "Un tipo genial"
                                       ("Local Hero". Bill Forsyth, 1983]




Una estrella transita subrepticiamente por una ínfima porción de oscuridad celeste. Un instante fugitivo y decisivo. Atrapar al vuelo una oportunidad única de movernos hacia el futuro sobre las alas del íntimo anhelo o la secreta aspiración. El retablo astral fija una vez más sus posiciones ante nuestra devota mirada. En el nocturno estival una miríada de minúsculas estrellas vuelve a entonar la callada oda a la inmovilidad. Con las llaves de la ilusión abriremos los pequeños cofres lumínicos donde en tiempos pretéritos guardamos celosamente valiosos lingotes de emoción.

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“Sólo recuerdo la emoción de las cosas,
y se me olvida todo lo demás”.

[Antonio Machado]



“En última instancia, la inmovilidad puede producir un “movimiento” de la emoción o del intelecto que no está disponible en la imagen en movimiento”.

[Eivind Røssaak. “The Still/Moving Field: An Introduction”. En Røssaak, E. (2011) Between Stillness and Motion: Film, Photography, Algorithms]



“-Tú mirarás por la noche las estrellas; pero yo no puedo mostrarte dónde está la mía porque es muy pequeña. Pero es mejor así. Mi estrella será para ti una estrella cualquiera. Por lo tanto, te agradará contemplar todas las estrellas; todas ellas serán tus amigas. Además, te voy a hacer un regalo…
Y volvió a reír.
-¡Ah!, pequeño, ¡cómo me gusta oír tu risa!
-Precisamente mi risa será el regalo…
-Será igual que el agua.
-¿Qué quieres decir?
-Las gentes tienen estrellas diferentes. Para algunos, los que viajan, las estrellas son sus guías. Para otros, no son otra cosa que pequeñas lucecitas. Para otros, los sabios, son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero ninguna de esas estrellas habla. Tú, sin embargo, tendrás estrellas como nadie las ha tenido.
-¿Qué me quieres decir?
-Cuando por la noche mires al cielo, estaré en una de esas estrellas; y como yo reiré, te parecerá que todas las estrellas ríen para ti. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír! (…) Tú serás siempre mi amigo. Tendrás ganas de reír conmigo. Y a veces abrirás tu ventana por ese placer… Y tus amigos se sorprenderán al verte reír mirando hacia el cielo. Entonces tú les dirás: “¡Sí, las estrellas siempre me hacen reír!”

[Antoine de Saint-Exupéry. “El Principito”, capítulo XXVI]



“[Brendan O’Malley] –Quiero que contemples una cosa que no volverás a ver aunque vivas cien años. Mira. El Fuego de San Telmo. Sólo lo había visto en alta mar.
[Belle Breckenridge] –Yo no lo había visto nunca. ¿Qué es?
“[Brendan O’Malley] –Pues, una estrella al caerse se rompe y esparce su brillo por todas partes.

[Diálogo entre Kirk Douglas (Brendan O’Malley) y Dorothy Malone (Belle Breckenridge) en la película “El último atardecer” (“The Last Sunset". Robert Aldridge, 1961), un western que contiene maravillosas escenas plenas de lírica nocturnidad.]




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